Caminata Andaymarca - laguna Wuarmicocha - Surcubamba

Era el año 2009, a finales de Junio. Motivada por un relato que encontré algún tiempo atrás en internet sobre una caminata realizada por unos jóvenes investigadores y aventureros desde el pueblo de Andaymarca hasta Huachocolpa, en Tayacaja, Huancavelica, y también por la experiencia de mi padre de recorrer estos caminos en los años 80 huyendo del terrorismo para salir a la ciudad de Huancayo, planifiqué hacer una caminata hasta Surcubamba desde el pueblo de Andaymarca. Invité a unos amigos y amigas de la universidad para que se unan a esta caminata, y de las personas que me confirmaron ir, solo un amigo se unió a la aventura.

El día del viaje el punto de encuentro era la agencia de buses 'Señor de Ataco', en Huancayo, para ir hasta el pueblo de Pichiu, en Colcabamba. Éramos finalmente, cuatro aventureros, César mi amigo, mi hermana, mi sobrino y yo, dispuestos a caminar y conocer esta ruta poco transitada, desolada y que no conocíamos, pero que nos parecía fácil por todas las averiguaciones que habíamos hecho.

El bus salió aproximadamente a las 10 am de Huancayo y llegamos al pueblo de Pichiu a promediar las 3 de la tarde, después de pasar por Pampas, Colcabamba, Campo Armiño, la central hidroeléctrica Santiago Antúnez de Mayolo y cruzar el rio Mantaro. En Pichiu tomamos un camión que nos llevó a Andaymarca, a donde llegamos a la 4 pm aproximadamente. Después de almorzar y hacer algunas averiguaciones con la gente del lugar, emprendimos la caminata a las 5 pm. Nos dijeron que en dos horas llegaríamos al pueblo de Pumamachay, donde debíamos de pasar la noche.

Caminamos dos horas cuesta arriba pero no encontrábamos pueblo alguno, ya era de noche, llegamos a la cumbre del cerro y el camino empezaba a descender, pero era muy difícil continuar ya que las linternas no ayudaban, ya eran las 8 de la noche, y preocupados nos preguntábamos si habríamos tomado el camino incorrecto. Descendimos un poco y decidimos acampar a la intemperie con las bolsas de dormir que habíamos llevado. Vimos en el GPS, estábamos a una altitud de 4000 msnm, no teníamos otra opción que abrigarnos, prender fogatas y turnarnos para dormir. Era en un lugar que no conocíamos, y preferimos no continuar el camino a oscuras por temor de alejarnos del camino correcto.

Fue una noche muy fría, prendimos dos fogatas con las bostas que habían desperdigadas por el lugar, y juntando algunas ramas secas mantuvimos el fuego durante la noche. Cenamos hotdog y galletas de agua, nos abrigamos para descansar pero no dormimos.

Durante la noche, cada uno en su bolsa de dormir, recostados sobre el suelo helado tratábamos de pegar el ojo, pero el frio intenso del suelo y del ambiente, además de la preocupación de estar expuestos a cualquier peligro, hacía imposible que lográramos dormir. Veíamos en el firmamento como las estrellas se desplazan de un extremo a otro del cielo según pasan las horas hasta aproximarse el amanecer y perderse poco a poco por la luz del sol. El lucero de la mañana se asomaba por detrás de las montañas  precediéndole al sol, luego los primeros rayos de éste, nos trajeron alivio de haber sobrevivido a esta noche, y dispuestos a llegar ese día a Pumamachay, Sune, luego la laguna Wuarmicocha y finalmente Surcubamba, comenzamos a alistar las cosas, para hacer una revisión del camino y verificar si estábamos en la vía correcta.

Apenas empezábamos a guardar nuestras cosas en las mochilas, cuando de pronto dos hombres locales se aparecieron por el camino que estaba a unos pasos de nuestro campamento, vestían sombreros y coloridas mantas en sus espaldas, como se visten las personas del lugar, nos vieron, y con prisa y alivio los saludamos y les preguntamos si estábamos en la vía correcta para ir Pumamachay, nos respondieron que si, y que ellos también iban hacia ahí. Así que decidimos ir tras ellos.

Caminamos por una hora aproximadamente cuesta abajo y llegamos a Pumamachay, un lindo pueblo pequeño con la mayoría de sus casas de paredes de piedra y techos de ichu. No habíamos desayunado, así que llamamos a la puerta de una de las primeras casas para pedir que nos vendan desayuno. Una pareja de ancianos muy amables nos abrieron las puertas de su humilde pero hermosa casita de piedras, nos sirvieron sopa de maíz molido y papa, y después de desayunar, continuamos la caminata.

Continuamos hacia Sune, el día era soleado y el camino era amplio y estaba bordeado de arbustos de flores moradas (alguna especie de solanácea, familia de la papa), nos acompañaba de rato en rato el canto del Lique Lique, y algunas Huachuas volaban cerca a nosotros. Llegamos después de varias horas al pueblo de Sune. Ahí, buscamos un guía local que nos ayude a llegar a la laguna Wuarmicocha sin perdernos en el intento. Un señor llamado Néstor que estaba de paso por ahí con su caballo blanco llamado Huaychito, aceptó ser nuestro guía. Nos guio hasta la laguna, por un sendero empinado y angosto, cuesta arriba a pleno sol del medio día y con una radiación fuertísima a esa altitud, la caminata se puso difícil, pero llegamos a nuestro destino, Wuarmicocha. 

Wuarmicocha es una grande y hermosa laguna altoandina de forma rectangular, recorrerla de extremo a extremo a pie toma una hora. Hay muchas leyendas en torno a esta laguna, dicen que está encantada.

Almorzamos unos metros arriba de la orilla de la laguna, unas papas nativas cocidas que nos vendieron las personas del lugar y con el atún que teníamos, tuvimos un reparador almuerzo para continuar la caminata, ahora hacia Surcubamba. Después de bajar con mi sobrino hasta la orilla de la laguna, donde habían varias Huachuas, emprendimos la caminata al promediar las 3 pm. El señor Néstor nos acompañó un par de horas mas por un camino empedrado tipo graderías rodeado de pequeñas y hermosas flores rosadas y blancas, y después de darnos indicaciones sobre el camino que debíamos tomar, el señor Néstor emprendió el camino de retorno hacia Sune para dirigirse de ahí a su localidad.

Eran las 5 de la tarde y caminábamos a toda prisa para que la noche no nos vuelva a sorprender, aunque eso era inevitable, ya que sabíamos que Surcubamba aun estaba lejos. Llegó la noche, pasamos por una pequeña laguna, a lo lejos vimos unas cuantas luces alejadas y escuchamos el ladrido de perros, supusimos que se trataba del pueblo de Palca, pero decidimos no acercarnos a dicho pueblo ya que nos alejaría del camino a Surcubamba, continuamos por el camino que empezaba a descender, caminamos varias horas, y de nuevo nos sentíamos perdidos. Había luna aquella noche, y se veía iluminado los cerros, pero no reconocíamos ninguno que nos indique que estuviéramos cerca a Surcubamba.

Estábamos cansados, con sueño, con hambre, sed, preocupados, de nuevo temíamos haber tomado el camino incorrecto, y que nos estuviéramos dirigiendo a otro lugar.

Caminamos un largo tramo en silencio, solo con las esperanzas de que a la vuelta de algún cerro podamos reconocer los paisajes que rodean Surcubamba. En varias ocasiones solo nos encontrábamos con mas y mas paisajes desconocidos, y solo quedaba continuar en silencio, ya que si no llegábamos a Surcubamba deberíamos llegar a algún pueblo donde pudiéramos dormir, no queríamos volver a pasar la noche a la intemperie.

Por fin, al voltear una cuesta por el camino, vimos el cerro de San Antonio, fácil de reconocer por su forma tan peculiar similar a un volcán, saltamos de alegría, sabíamos que estábamos cerca a Surcubamba, un par de kilómetros cuesta abajo. Recuperamos las fuerzas y continuamos descendiendo esta vez ya seguros de que estábamos en el camino correcto. Llegamos a Vista Alegre muy cansados por el descenso, acortando caminos y cruzando por predios privados probablemente, eran aproximadamente las 11 de la noche.

En Vista Alegre a esa hora no había nadie en las calles, y aunque no nos quedaban fuerzas para proseguir el camino, debíamos continuar porque Surcubamba ya estaría a menos de una hora de camino. De una de las casas salió una joven, que buscaba camioneta para viajar a Huancayo, y decidió acompañarnos hasta Surcubamba, ya que ahí había mas probabilidades de que hubieran camionetas.

Caminamos muy cansados con ella como guía, pasamos por el pueblo de Paucarmarca, y a las 12 de la noche llegamos a Surcubamba. Era 28 de Junio, el día central de la fiesta patronal del pueblo y unas bombardas de colores nos dieron la bienvenida, que aunque no era para nosotros, así lo queríamos tomar, como una celebración por haber llegado sanos y salvos a nuestro destino.

Nunca olvidaremos esta aventura, con sus momentos de angustia y preocupación, pero de paisajes hermosos y nuevos para nosotros en ese momento. Una experiencia que nos atrevimos a vivirlo aun sin conocer las rutas, un poco arriesgado pero que gracias a Dios y a los Apus culminamos ilesos, pero con mucho aprendizaje ganado, y algo que sin duda siempre me conectará con ese viaje será el canto del Lique Lique, a donde vaya, cuando escucho el canto de aquella ave, recuerdo con cariño aquella primera caminata a la laguna Wuarmicocha, por la ruta Colcabamba - Surcubamba.
Huachua

Wuarmicocha
Laguna Wuarmicocha

Wuarmicocha

Wuarmicocha


 

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